lunes, 29 de agosto de 2011

SAN GUINEFORT ( EL PERRO SANTO )


                  

GRACIAS TOMAS, VA POR TI, TE LA DEDICO CON TODO CARIÑO.


                           
La polémica historia de un perro que fue considerado santo, y que hasta el día hoy es recordado por su hazaña en Francia



Incluso se construyó una pequeña capilla para el animal en Lyon, Francia (Foto: Tomada de http://greencanticle.com )

El cariño por los perros discurre hacia caminos insospechados, y uno de ellos derivó en una polémica historia sobre Guinefort, el perro santo, quien se hiciera famoso por su hazaña, pero más aún, por su injusto y cruel castigo.


Y es que según recoge el sitio Historias con Historias, este galgo vivió en Lyon, Francia, alrededor del siglo XIII.


Un día su dueño salió todo el día y dejó a su hijo en su cuna, junto al perro. Al volver, vio que el perro tenía el hocico lleno de sangre e imaginó lo peor: que en su ausencia, Guinefort había devorado a su heredero.


Montado en cólera, arremetió contra el perro a golpes de bastón hasta matarlo. Cuál fue su sorpresa al escuchar el llanto de su hijo, a quien fue a ver en su cuna, y al lado de ella, encontró una víbora muerta, destrozada por el galgo, junto a su hijo sano y salvo.


Este santo fue recogido por el escritor Bernard Cornwell en su libro Arqueros del Rey, sin embargo, tiene otra versión. Guinefort había salvado al niño de un lobo, al esconderlo junto a la cuna. Pero de todos modos, fue asesinado por su dueño.


Arrepentido, el caballero entierra al noble animal en el bosque, y comienzan a circular los rumores de milagrosas curaciones gracias a la intervensión divina del perro. Pronto se convierte en un santo popular no reconocido por la Iglesia, sobre todo para la seguridad de los niños.


Sin embargo, la Inquisición consideró su culto una herejía, por lo que exhumó el cadáver y quemó sus restos. Pero eso no impidió que el culto continuara hasta bien entrado el siglo XX, y se recuerde al perro como un gran defensor de hogares, hijos y amos.


Martes 08 de febrero de 2011Redacción | El Universal11:34




miércoles, 10 de agosto de 2011



ELOGIO DE LA MUJER BRAVA

 ( HECTOR ABAD )

GRACIAS UNIENDOC GRUPOS

 

ELOGIO DE LA MUJER BRAVA


Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.
Por: Héctor Abad



A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

           
La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).


 

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.
Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.


Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.
Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.

Vamos hombres, por esas mujeres bravas!!!!!!!!!!!!!